Lo que brilla… también contamina. Parece inofensiva, pero la escarcha anda metiendo microplásticos hasta en los corales.
Brilla, reluce, se pega por todos lados y es la estrella de cada fiesta. Estamos hablando del glitter, esa escarcha mágica que usamos en el maquillaje, las tarjetas de cumpleaños, los proyectos escolares y hasta en los filtros de Instagram. Pero resulta que tanta belleza tiene un lado feo. Un lado tóxico. Un lado que se va directo al fondo del mar.
Y no es chiste: un estudio científico publicado en Environmental Sciences Europe acaba de prender la alarma. Según los investigadores, la purpurina —también conocida como brillantina, escarcha o el polvo de las hadas— no solo contamina el océano, sino que juega con la química del mar como si fuera un laboratorio loco.
Brillito, pero letal
¿Sabías que el glitter está hecho de plástico? Más precisamente de tereftalato de polietileno, también conocido como PET. Sí, el mismo material con el que hacen botellas de refresco. Lo cortan en micro pedacitos brillantes y ¡pum! tenemos escarcha lista para decorar el mundo… y contaminarlo.
El problema es que cuando esas micro láminas llegan al mar, no se quedan tranquilitas flotando. Al contrario, activan un proceso químico que acelera la formación de minerales como la calcita y el aragonito, esenciales para que animales como los moluscos, corales o erizos de mar construyan sus conchas y esqueletos. Solo que este brillo plástico no lo hace bien, acelera el proceso, altera el ritmo natural y deja a los pobres animalitos con estructuras deformadas o débiles. Como si les construyeran la casa con palillos de dientes.
De micro a nano: la purpurina mutante
Pero esperen, que esto se pone más grave. A medida que esos cristales crecen sobre el glitter, lo terminan rompiendo en pedazos aún más chiquititos, llamados nanoplásticos. Estos son tan diminutos que no los ves, pero los peces sí se los comen… sin saberlo.
Y si el pescado se lo traga, adivina quién más. Exacto: tú. Porque ese mismo pescado puede terminar frito, al ajillo o en sushi en tu plato. Así de elegante es el viaje de una sombra de ojos con escarcha hasta tu digestión.
Y además… calienta el planeta
¿Creías que solo contaminaba el mar? Pues no. El glitter también altera el balance de minerales en el agua, lo que interfiere en el ciclo del carbono. Y como el océano es un regulador clave del clima, este brillito tiene potencial de dañar el equilibrio climático global. O sea, ese glitter que usaste para Halloween puede estar saboteando el planeta.
¿Es hora de cancelar al glitter?
El estudio invita a las autoridades, las marcas y a nosotros los consumidores a repensar el uso de estos productos innecesarios. ¿De verdad necesitamos escarcha en TODO? ¿No hay formas más ecológicas de brillar?
Quizá es momento de dejar el glitter para las memorias y buscar formas más limpias de celebrar. Porque sí, brilla… pero también envenena.
La escarcha no es tan inocente como parece. En el fondo (del océano), es puro drama.
¿Y entonces qué hacemos?
- Busca alternativas biodegradables de glitter (sí existen, y no cuestan un ojo de la cara).
- Presiona a marcas de cosméticos para que dejen de usar brillantina plástica.
- Educa a los chamacos para que no usen escarcha como si fuera confeti.
- Y sobre todo, infórmate y comparte esta nota con alguien que adore brillar sin saber el costo.